La obesidad ha aumentado en forma alarmante en los niños. Es una enfermedad compleja, que se caracteriza por un incremento excesivo de grasa corporal sostenido en el tiempo. Es de etiología multifactorial en donde participan factores genéticos, ambientales, metabólicos y conductuales. Estudios demuestran que los niños son más propensos a tener sobrepeso si sus parientes están similarmente afectados.
El aumento de la obesidad en niños y adolescentes está relacionado con un mayor consumo de alimentos hipercalóricos con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables.
Lejos de ser solo un problema estético o psicológico, las enfermedades asociadas a la obesidad están apareciendo cada vez a edades más tempranas, siendo las más frecuentes la hipertensión arterial, dislipidemia, resistencia insulínica y las complicaciones psicológicas.
El tratamiento es complejo y está enfocado en la dieta, la actividad física y en el cambio de hábitos de toda la familia.
El tratamiento de la obesidad en los niños está enfocado en:
a) Disminuir la ingesta calórica, manteniendo una óptima ingesta de nutrientes para no afectar el crecimiento y desarrollo. Si establecemos conductas sanas en nuestros hijos, es probable que en la adolescencia, y más aún en la edad adulta, las mantengan y prevengan así la obesidad y sus consecuencias.
b) Aumentar el gasto energético, disminuyendo las actividades sedentarias y aumentando la actividad física.
c) Estimular a la familia para que apoye al niño y se integre al tratamiento. Los niños aprenden e imitan los comportamientos que ven en su casa y los padres se convierten en los principales modelos por seguir. Por lo tanto, si los padres tienen una alimentación saludable, los hijos también comerán sano.
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