Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades de salud mental complejas, multicausadas, que afectan principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes. Los TCA representan la tercera enfermedad crónica más común entre las jóvenes llegando a una incidencia del 5%, en países industrializados. En nuestro país desconocemos la prevalencia real de estas enfermedades. Si bien es un trastorno cuya aparición es más común entre las mujeres, los varones también se ven afectados en una proporción de 1 por cada 10 mujeres. La edad promedio de presentación es a los 13 años, con un rango de edad entre los 10 y 25 años.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha ubicado a los TCA entre las enfermedades mentales de prioridad para los niños y adolescentes, dado el riesgo para la salud que implican. Generalmente las pacientes no tienen conciencia de enfermedad y tienden a negar y ocultar sus síntomas y conductas por lo que es probable que no consulten por su propia voluntad y que su actitud no sea cooperadora. Por lo general son los padres quienes manifiestan preocupación y aportan información relevante.
El diagnóstico más frecuente durante la adolescencia es el de TCA no especificado, seguido por el de anorexia nervosa y bulimia nervosa. Todos estos trastornos comparten síntomas cardinales tales como:
- Deseo incontrolable de adelgazar: la baja de peso se logra fácilmente, a veces reforzado por la familia y el grupo de pares quienes admiran la fuerza de voluntad de la adolescente para hacer una dieta.
- Ritos alimentarios: Además de la restricción alimentaria estas pacientes suelen manipular en forma interminable los alimentos sobre el plato o trozarlos en formas diminutas, pueden además almacenar el alimento en la boca y posteriormente, en forma clandestina expulsarlo.
- Interés exagerado por la alimentación: Aunque comen menos e ingieren aquellos alimentos de menor contenido calórico (ejemplo comen ensaladas con vinagre y sin aceite), el paciente anoréxico típico está pensando todo el día en la comida, coleccionando recetas, cocinando y preparando alimentos para los demás, si bien ellas se contentan con sólo contemplarlo.
- Amenorrea: Ocurre en todas las pacientes y en el hombre hay una pérdida de interés sexual.
- Actividad física aumentada: La actividad física aumenta a medida que bajan de peso. Las pacientes anoréxicas multiplican sus actividades físicas, caminan sin cesar, hacen abdominales y en general no descansan jamás.
- Uso de medidas no saludables para controlar o perder peso: como los vómitos y el uso de diuréticos y laxantes.
- Episodios recurrentes de atracones: típico de la bulimia, que consiste en la ingesta de gran cantidad de comida de un alto contenido calórico, principalmente hidratos de carbono. Los atracones aumentan los sentimientos de pérdida de control, vergüenza, y miedo que favorecen la aparición de conductas compensatorias.
En estos últimos años se han empezado a observar otros trastornos de la conducta alimentaria, dentro de los cuales podemos mencionar algunos de los más comunes:
Fatorexia: se trata de la alteración de la propia imagen corporal, que hace que las personas se auto-perciban delgadas aún cuando tienen un innegable exceso de peso.
Vigorexia: preocupación obsesiva por el físico y una distorsión del esquema corporal (dismorfia muscular). Aunque los varones son los principales afectados por la vigorexia, es una enfermedad que también afecta a las mujeres.
Ortorexia: es una obsesión patológica por comer sano. Existe una fijación por comer sólo comida saludables y eliminan de su alimentación todo lo que contenga conservantes, colorantes, pesticidas, azúcar, sal, harinas, grasas, hasta que la lista se hace interminable.
Los TCA se acompañan de complicaciones médicas (gastrointestinales, cardíacas, desnutrición severa, metabólicas y renales) así como psicológicas que potencialmente pueden dejar secuelas irreversibles para el desarrollo del adolescente. Muchas veces su curso es crónico, pero su pronóstico mejora cuando el diagnóstico es realizado dentro de los tres primeros años de la enfermedad, por lo que el diagnóstico precoz y la derivación oportuna a un equipo especializado es fundamental para mejorar su pronóstico y prevenir la cronicidad.
El tratamiento óptimo implica, por lo mismo, la acción de un equipo interdisciplinario que esté capacitado para abordar las múltiples facetas de estos trastornos. Este equipo idealmente debiese estar comprendido por un pediatra, especialista en nutrición (ya sea nutricionista o nutriólogo), especialistas en salud mental (psiquiatra y psicólogo) y, en los casos de hospitalización, enfermeras especialistas en el manejo de los TCA.
Dra. Judith Ho Urriola MD. MSc.
Pediatra Nutrióloga